El eritema ab igne (EAI), es una patología cutánea benigna caracterizada por una hiperpigmentación reticulada de la piel secundaria a la exposición crónica a bajos niveles de radiación infrarroja o fuentes de calor. Esta patología suele presentarse en personas que viven en lugares con temperaturas bajas o estacionales muy marcadas, y producida por la exposición cercana a chimeneas, calefactores, bolsas de agua caliente. Por otra parte, la incidencia de enfermedad ha disminuido con la introducción de la calefacción central en las casas, sin embargo, en las últimas décadas se ha producido un leve aumento de esta patología debido al uso de otras fuentes de calor como mantas eléctricas, almohadas térmicas, computadores portátiles sin importar el clima donde habiten las personas. También se ha observado en pacientes que desempeñan labores en fundición, cocineros y panaderos por lo que debe considerarse un riesgo laboral.
Hasta el momento la fisiopatología del eritema ab igne es desconocido. Se cree que el calor produce daño epidérmico y oclusión parcial de los capilares de la dermis generando inflamación, fibrosis y posteriormente depósito de hemosiderina (pigmento de origen sanguíneo), que es la causante del color marrón- violáceo característico.
Como ya se mencionó previamente el EAI se presenta como consecuencia de la exposición prolongada y repetida a una fuente de calor, radiación ultravioleta o infraroja. Por lo general se necesitan temperaturas entre 45 y 47°C durante un tiempo mínimo de 2-3 semanas y hasta un año para que este se presenten las manifestaciones clínicas en piel. La intensidad del calor, el tiempo de exposición y la presencia o no de ropa entre la fuente de calor y la piel son factores que influyen en la severidad de la patología.
Las manifestaciones clínicas del EAI se pueden presentar en cualquier lugar del cuerpo donde haya contacto con las fuentes de calor previamente mencionadas y se caracteriza por una mancha reticulada (en forma de red) de color rojo y con el tiempo de evolución se torna a un color violáceo que posteriormente deja una mancha residual parduzca. Otros cambios que se pueden presentar son la descamación y la atrofia cutánea. Adicionalmente algunos pacientes pueden referir un dolor de intensidad leve, prurito o disestesias (sensación de hormigueo), pero la mayoría de las lesiones son asintomáticas. La localización de las lesiones es más frecuente en: región pretibial, región lumbar y en las extremidades inferiores (cara anterior de muslos).
El diagnóstico del EAI se realiza a través de los datos obtenidos mediante el interrogatorio al paciente y la alta sospecha diagnostica mediante el examen físico. En ocasiones se realiza la biopsia cutánea cuando existen dudas en el diagnostico o cambios sospechosos de malignidad sobre la piel afectada principalmente en los pacientes que tienen muchos años de evolución con esta enfermedad.
Si un paciente, sospecha de presentar estos cambios en la piel debe consultar oportunamente al dermatólogo para su valoración o el estudio de otras enfermedades que puedan ser similares en su presentación. Esta patología tiene un buen pronóstico, pero es importante recordar que, si la fuente de calor persiste por largo tiempo, aunque no presente quemaduras, tiene un mayor riesgo de desarrollar algunos tipos de canceres de piel.
Dra. Leidy Patricia Zúñiga Correa
Dermatóloga
RyZ Dermatech